Cuando pensamos en una cirugía nos vienen a la cabeza muchas imágenes. Una de ellas es la de un cirujano que dice “bisturí”, y una mano que se lo tiende. Esa mano es la de la instrumentista.
Pero la preparación del concierto empieza mucho antes. Y las instrumentistas somos las primeras en llegar. Comprobamos si el quirófano reúne todo lo necesario para la intervención, que tiene mucho que ver con la llegada de las 28 cajas, de unos 80cm x 40cm, con 15 instrumentos colocados en dos bandejas cada una, que reúnen el instrumental de quirófano. Los contenedores de instrumental, que así se llaman estas cajas, se esterilizan al llegar al quirófano. Según la cirugía a practicar – una intervención lumbar, cervical, una escoliosis…- la instrumentista escogerá cuáles son los instrumentales necesarios para llevarla cabo y los dispondrá en una mesa estéril, muy bien ordenados. El orden es un factor determinante pues las cirugías siguen una pauta determinada, su propia partitura, a veces muy larga, y la música no cesa una vez la orquesta empieza a tocar. La instrumentista debe conocer al detalle dónde se encuentra cada pieza y tenerla lista para cuando el cirujano la solicite.
Generalmente se trata de una enfermera especializada, que acaba conformando una pareja de larga duración con el cirujano, basada en la complicidad y la confianza, al que asiste como una extensión de sus manos, a menudo anticipando la necesidad de la intervención. La buena instrumentista conoce la partitura de la cirugía y en cada momento provee el instrumental preciso. Como en un concierto en que el primer violín, atento al director de orquesta, conoce en realidad de antemano la música que va tocar y las notas ya resuenan en su mente.
A los bisturís, tijeras, pinzas… se unen en las cirugías de columna instrumentales muy específicos, como el coob – un periostotomo o pelador de hueso-; la gubia, que ejerce una acción más profunda, pues dispone de una boca para “comer” trocitos de hueso; o el kerrison, con una función similar pero para huesos que se encuentran en zonas más delicadas de la columna. El kerrison es un instrumental esencial cuando el cirujano se acerca a la médula y sus raíces nerviosas.
Pero en una cirugía de columna, además, se habrá considerado si ésta es instrumentada, es decir, si requiere de la aplicación de un implante, como en una escoliosis, en que se corrige la desviación de la columna y es necesario material protésico. En este caso, a los coobs, las gubias y los kerrisons, añadiremos tornillos y barras, que servirán para enderezar el tronco y que quedarán implantados en la columna del paciente. Como se ve, a veces en el quirófano tocamos música de cámara, y a veces grandes sinfonías.
Cuando se dispone al paciente en la mesa de operaciones y comienza la intervención, la atención y la concentración es máxima. La instrumentista está metida en la operación paso a paso con el cirujano. A menudo, anticipando cuál será el siguiente pues a veces hay instrumentales que requieren de una preparación adicional durante la propia intervención. Una vez acabada la operación, se recoge todo y se esteriliza de nuevo antes de ser colocado de nuevo en los contenedores.
En estos años, la función de instrumentista, que es muy exigente, ha evolucionado, y hoy se ofrece una formación especializada. Las cirugías de columna también han evolucionado enormemente. Los riesgos y complicaciones se han reducido, los pacientes están permanentemente monitorizados en el quirófano, pero las técnicas quirúrgicas son más complejas. Nosotros hemos evolucionado a la par, y hemos liderado como equipo en cirugías de columna. Con el Dr. Pellisé al frente, después de décadas trabajando juntos, enfrentamos las cirugías con la misma exigencia y cuidado. Y con el afán de mejorar siempre, en cada concierto.
Pilar Nogué